Las familias españolas gastan por encima de sus posibilidades.

Con una economía en la que el paro alcanza el 15% y en la que el salario medio declarado ronda los 25.000 euros, sus huchas se vacían. La tasa de ahorro (equivalente a la renta menos el consumo) de los hogares cerró 2018 en el 4,9% de su renta disponible, marcando el mínimo histórico de una serie que arranca en 1964. "Ese mínimo no se había registrado ni siquiera durante el boom inmobiliario", señalaba el director de estudios del Banco de España, Óscar Arce, la pasada semana. España se desmarca, y no para bien, de las familias de la eurozona, que ahorran un 12,1% de sus ingresos, un 60% más. La caída del ahorro inquieta porque una proporción importante de la población española se acerca a su edad de jubilación y hay perspectivas de una cierta ralentización económica. Además, buena parte del patrimonio de los españoles está invertido en viviendas: el 80% de los ciudadanos es propietario de una, frente al 44% en Alemania. Unas casas de las que puede costar obtener liquidez cuando se precise y que, además, podrían perder valor. Ya ha ocurrido: entre 2007 y 2015 su precio bajó de media un 41,5%.

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